Ubicado a 1.370 m de
altitud y a tan solo 50 km de la capital leonesa, se erige sobre la blanca peña
de caliza, Valporquero. Su origen se remonta a la época romana, cuando piaras
de cerdos eran criadas en todo el valle (de ahí su nombre latino, Vallis Porcarius), aunque muy
probablemente, ya en la edad de piedra, los primeros moradores rondarían estas
tierras. Así lo confirman los restos humanos de Valdelugeros (el Hombre
Mesolítico de La Braña fue hallado hace unos años en una cueva de la zona) y el
utillaje pétreo encontrados en la vecina Cármenes (Figura 1).
También es
significativo el nombre Astur del que procede el río Torío, en honor al Dios
Thor Celta. No fue, sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIII cuando se
documenta la aldea de Valporquero. Allí se ubica la cueva apodada en aquel
entonces “Gruta del Diablo”, porque en tiempos se tragaba las viviendas y el
ganado con la fuerza de las riadas (Figura 2).
Figura 2. Valporquero a principios del Siglo XX. Imagen tomada de Tomé et al. (2016)
La historia de este
valle no se detuvo hasta bien entrado el siglo XX, cuando la cueva se hace
visible para la sociedad. Gracias a Isidro González, vecino del pueblo e hijo
del maestro Diego González, el devenir de la cueva cambió de rumbo en torno a
su promoción y su defensa (Figura 3). En esas primeras incursiones realizadas por los
jóvenes del pueblo, retamas en llamas sirvieron para abrirse paso en los
primeros metros de galerías. Durante la Guerra Civil española, la cueva fue
hogar puntual en los bombardeos aéreos a cargo del ejército de Franco. Allí se
refugiaban sus vecinos y algún que otro maqui huido.
Figura 3. La familia González, primeros exploradores de la cueva de Valporquero en época reciente. Imagen tomada de Tomé et al. (2016)
A partir de
mediados del siglo pasado, el interés por conocer en detalle la cueva llevó a
su exploración. Así surgió el equipo espeleológico del Grupo Peñalba, del
Casino de León, creado en 1953 por Fernando Alonso Burón y al que acompañaban
en las expediciones el alemán Felipe Frick y Teófilo Alonso. Felipe, poco antes
de su muerte, hace tan sólo unos años, guardaba con cariño el plano detallado de
la cueva que realizó con el Grupo.
Figura 4. El alemán Felipe Frick, miembro del grupo espeleológico leonés, poco antes de su fallecimiento. Foto/ Juan Carlos Brugos
A finales de los
años 50, ante algunos destrozos ocurridos en el interior por actos vandálicos,
se fundó el Patronato de las Cuevas de Valporquero, con fondos de la
Diputación. Se cerraban así los accesos a la cueva y se adecuaba su interior
para la posterior apertura con fines turísticos. El 20 de agosto de 1961 se
produjo uno de los logros más importantes de la espeleología leonesa: se enlazó
la Gran Cascada con el sifón de la Covona, por donde desagua la cueva. La
expedición duró 12 h y supuso el inicio de los nuevos hallazgos que estaban por
venir. El interés por la cueva era tal que incluso los geólogos de la
Complutense de Madrid incluyeron un número sobre Valporquero en la revista GEA
(que contaba por aquel entonces con 50.000 lectores de más de 30 países) y
donde se daban a conocer los nuevos descubrimientos realizados.
En 1955 la cueva
fue iluminada y en 1966 se abrió al público (el año pasado se cumpliá el 50
aniversario de su apertura). Pero los hallazgos no dejaron de sucederse y el 10
de agosto de 1967, Carlos Ruiz y Santiago Portas descubrieron el único acceso
vertical que tiene la cueva: la sima de las Perlas.
Figura 5. Interior de la cueva de Valporquero donde se pueden observar coladas y columnas de gran majestuosidad
La historia
reciente de la cueva de Valporquero la cuentan las películas. Son numerosos los
rodajes que se han llevado a cabo en el entorno e interior de la misma. En 1976
se filmó “Viaje al centro de la tierra”, basada en la genial novela de Julio
Verne. Otros títulos, como Estirpe de Dioses o Mundo subterráneo, esta última
con interés didáctico y ecológico, iniciaron el salto de la cueva a la gran
pantalla. En la década de los 80 algunas de sus galerías ilustraban una nueva
versión del libro de El Quijote, de la Editorial Naranco, y unos años más
tarde, se filmaría una escena de la Serie de Televisión Española El Quijote: la
cueva de Montesinos. En la memoria quedan aquellos intrépidos aventureros, los vecinos de Valporquero que, a principio de Siglo XX, se adentraban en la cueva con una cuerda y una antorcha de brezo con la ilusión de llegar hasta sus profundidades más remotas (Figura 6).
Figura 6. Vecinos de Valporquero a la entrada de la cueva a principios del Siglo XX. Imagen tomada de Tomé et al. (2016).
En el año 2005, la
zona que incluye el entorno de la cueva fue declarada Reserva de la Biosfera de
los Argüellos por la Unesco. Hoy configura un paisaje único, cambiante con cada
estación, y lleno de magia, que invita a ser visitado (Figura 7).
Figura 7. El paisaje de Valporquero se vuelve mágico con cada estación del año
REFERENCIAS
Tomé, J., Ares, A., Vergara, S., Fernández, F., Muñiz, P, Fernández-Lozano, J., Peña, M. y Pérez, S. (2016). Valporquero 1966-2016. Diputación de León. León, 220pp.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a los guías de la cueva de Valporquero y en especial a Juan Carlos Brugos por toda la información que nos han proporcionado relativa a la historia de Valporquero y de sus primeros descubridores.
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