Situada en plena Montaña Central leonesa, junto a Vegacervera, se extiende una profunda
garganta excavada en roca caliza (Figura 1).
Figura 1. Hoces de Vegacervera, excavadas sobre la roca caliza de edad carbonífera.
Hace 315 millones de años, restos orgánicos
ricos en carbonato se acumulaban en pequeños mares epicontinentales en los
bordes de un gran continente llamado Pangea. Restos de erizos, corales y conchas, entre otros, nos indican que las aguas eran cálidas y ricas en oxígeno (Figura 2).
Figura 2. Los mares del Carbonífero tenían una gran diversidad de especies, floreciendo los corales.
Estos
restos forman hoy potentes capas de roca que configuran el relieve de
Vegacervera. Durante millones de años, los suficientes para elevar estas
montañas y mostrarnos sus restos, se han preservado en el núcleo de un sinclinal
en el que se ubica la Cueva de
Valporquero.
El
río Torío ha moldeado estos valles a su paso, profundizando con la fuerza del
agua y el tiempo. Este proceso ocurrió cuando el río Duero se abrió camino
hacia el Atlántico, hace 5 millones de años, capturando así los ríos leoneses.
Este proceso llevó a sucesivos episodios que permitieron el encajamiento del
Torío hasta alcanzar su posición actual y tuvo como consecuencia la formación
de las hoces de Vegacervera (Figura 3).
Figura 3. El encajamiento progresivo del río Torío ha permitido que los procesos kársticos y la erosión continúen profundizando hasta la actualidad (Foto: IGME).
Unos
pocos de millones de años después, con la llegada de fríos glaciares, los más
intensos iniciados hace 120.000 años (último periodo
glacial Würm y quizás el más reconocido en toda la península), las montañas
leonesas se cubrieron de hielo. Hoy su huella puede intuirse hasta los 1.260 m
en el valle del Torío, donde podemos aún observar su morfología en U, típica
del paso de una lengua de hielo. El último suspiro glaciar tuvo lugar hace
12.000 años (Dryas Reciente),
reiniciándose los procesos kársticos que avanzaron en la profundización de la Cueva
de Valporquero (Figura 4).
Figura 4. En las hoces de Vegacervera pueden distinguirse los restos de la actividad glaciar (perfil en U) y el encajamiento posterior de origen fluvial (forma de V). La altura a la que debió llegar el hielo se sitúa sobre los 1.260 m de altura como se muestra en la imagen.
El aspecto que pudo adquirir la montaña leonesa, cubierta de hielo, sería el de un campo glaciar o montera de hielo que cubriría las cumbres más altas y gran parte de los valles hasta distintas alturas, en función de aspectos geográficos y climáticos del momento (Figura 5).
Figura 5. Campo glaciar o icefield, similar al que ocuparía las partes altas del entorno de Vegacervera.
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